De las cenizas en la tierra
El librero: sugerencias literarias
Por Ney Antonio
Salinas
Título: De las
cenizas en la tierra
Autor: Nestor
Pinacho
Esta novela ha
sido una de las más duras y dolorosas que me ha tocado leer últimamente. Desde la
portada resulta un golpe directo a la sensibilidad del lector; una fosa
clandestina, de las que abundan en nuestro país. Escrita desde la ficción con
una prosa amena y fluida, a veces poética, a veces visceral, espejea duramente una
realidad innegable y que sin duda rebasa por mucho a la ficción. El lugar de
nombre Cozocuautla, un lugar que bien podría estar en el Estado de Guerrero o
en el de Michoacán; pero que desde la ficción nos muestra sus calles
polvorientas y ensangrentadas por las que el crimen organizado ha tomado el
control de la vida pública y privada del pueblo, y en las que hay guiños a la
realidad nacional, así como se pueden identificar claramente actores de la vida
pública que han contribuido a salvaguardar vidas desde la figura de los
autodefensas. Y el autor es imparcial, cuenta los aciertos y los errores de todos
los actores (personajes) involucrados.
Son dos voces principales las que van
narrando, ya sea en forma de vivencia o de recuerdo; el Petizo y el Negro, dos
amigos que desde el fondo de la memoria donde han guardado la niñez recuerdan los
horrores y la desesperanza de un lugar en el que se impone la siembra de
cultivos no lícitos por parte de grupos armados del crimen organizado a los
pobladores dedicados a sus labores agrícolas. Y van desplazando de a poco la
forma de vida rural, agrícola y pacífica de esas tierras. Y no es casualidad,
se trata de tierras fértiles y propicias para la producción.
Son varios los hilos conductores de la
narración, pero el que constituye la vena central es el regreso del Petizo al
pueblo, a tratar de encontrar su pasado, por pura nostalgia o por mantener
vivos los recuerdos de su vida anterior a su vida en la capital, donde camina
en los zapatos de un desarraigado, con el miedo carcomiéndole la espalda y la
entraña. Vuelve a encontrar a una niña que la recuerda desde las tinieblas del
pasado; Rosalía, otro personaje condenado a una vida de miseria y prostitución.
Una sombra más que se pierde en el desconcierto genial de la narrativa
polifónica y bien lograda de Nestor Pinacho (Nestor, así, sin acento). Y que ha
sido el destino de miles de mujeres en esas regiones de México. Un país
lastimado, que ya no debiera derramar más sangre. La novela nos muestra, cómo
se matan hermanos entre ellos mismos, mexicanos matando mexicanos, para
convertir Cozocuautla en la huerta del mal de Estados Unidos, o de los
consumidores más precisamente.
No sólo la literatura, también el arte
adquieren su centro neurálgico a partir de espejear sobre la realidad y el
tiempo que el artista le ha tocado vivir. Se trata de una novela que tiene
elementos periodísticos, testimoniales y vivenciales que le dan una gran
crudeza y una gran validez porque precisamente refleja lo que está ocurriendo
en los estados de Guerrero y Michoacán; y lo que nos deja en claro es que la
novela constituye un ejercicio de reflexión, un fuerte llamado ante la
indolencia de quienes deben proveer justicia, urgente y necesaria. Un claro
ejemplo de cómo la literatura puede (y debe) mover conciencias.
Crímenes de lesa humanidad, estado de
guerra, terror al máximo, ausencia total del estado de derecho; esperar la
muerte en cualquier momento, estar condenado a vivir en un lugar que se parece
mucho al infierno, exige a quien vive ahí, nervios de acero, la resignación o
indolencia ante la sangre y el sufrimiento de sus hermanos, amigos, hijos,
conocidos, vecinos. Nestor Pinacho cuenta con las credenciales suficientes para
presentarnos una novela desgarradora y que puede herir sensibilidades e
incomodar insensibilidades, porque la literatura sí está facultada para
fotografiar una realidad que nos duele y nos indigna.
Aún hay mucho qué decir del tema, pero el
lector entenderá la gran profundidad y la importancia de esta novela cuando
pase la última página. Una novela merecedora (y con mucho mérito) del Premio
Nacional de Novela Joven José Revueltas 2018. El joven autor sentencia desde la
desesperanza: Creo que mientras esa
infantil confianza en el futuro no se nos extirpe de la cabeza a todos,
seguiremos revolviendo la tierra en busca de huesos. Porque nadie (ni como
personaje) merece encontrar cenizas entre la tierra, como vestigio de lo que
fue un ser amado, asesinado en una guerra que sólo beneficia a una cúpula y a
sus múltiples brazos armados.
Ya lo dijo Roberto Bolaño, la narrativa de
nuestro tiempo tomará nuevos aires y renovadas fuerzas cuando se escuchen en la
obra múltiples voces; la novela lineal se seguirá haciendo, pero no tendrá la
fuerza de la polifonía. De las cenizas en
la tierra, una novela que no dejará indiferente al lector. Se trata de esos
libros que se leen de un tirón, sin pausas, con la adrenalina creciendo más y
más en cada párrafo. Y al final, el duro golpe, el mazazo en la sensibilidad
que da lugar al análisis y la lectura de una realidad que urge cambiar.
Una sola tarde y la cafetera funcionando,
es todo lo que debemos considerar para esta lectura.

Comentarios
Publicar un comentario