Los motivos del nómada

Los motivos del nómada

Ney Antonio Salinas



 

Algunos desvaríos que me llevaron a compartir mis gustos de lectura por medio de breves reseñas que se sintetizan en “El librero: sugerencias literarias”, los comparto en éstas breves líneas.

En mi(s) cuaderno(s) de viaje se han acumulado muchas vidas y años. Desde registros, datos técnicos, dibujos, reseñas, bosquejos de cuentos, apuntes varios y fragmentos de novelas que habitan dentro de mí. Todo va quedando conforme la carretera pasa bajo las ruedas, siempre en movimiento, siempre en el camino. Tiempo y vida han hecho falta para volcar hacia la computadora esas letras y sus muy necesarias ediciones.

En cuanto a las reseñas que por aquí voy publicando, puedo decir que todas parten de esos cuadernos, posterior a la debida lectura de cada libro reseñado. No en un afán de lo que se conoce como “crítica literaria”, porque eso involucra otras cuestiones, entre otras que yo fuera crítico literario. Aclaro que, me considero más en el lado de un lector que se acerca a los libros con respeto y con amor desmedido. En mi modesta biblioteca a todos los libros allí presentes les he brindado el homenaje de la lectura, y en cambio, he recibido de ellos el acceso a otros mundos, tiempos y universos.

Me ocurre igual que cuando un niño descubre alguna maravilla en el mundo que explora, y es tanta su felicidad que el impulso primario es compartir ése descubrimiento. En esto puedo resumir esta experiencia.

En esa niñez mía que tantos recuerdos nítidos me ha dejado, tenía muchos sueños. Algunos se han materializado, otros no. Soñaba con ser boxeador profesional, y me llenaba de euforia ver en la pantalla cómo el tercer hombre sobre el cuadrilátero levantaba la mano a nuestros campeones indiscutibles, y quería estar ahí un día, como motivo de épica y honor para mi país. También quise ser policía, de los buenos, de los que se enfrentaban con valor a los malos y resolvían crímenes. Quería ser director de cine y crear mundos imposibles. Quería ser campeón mundial de maratón o de pentatlón. Quería ser científico.




La vida se encargó de llevarme hacia otros mares, todos insospechados. No reniego de nada. Otras batallas he librado y he conseguido lo que jamás soñé de niño. Mi realidad ahora nada tiene que ver con esas proyecciones del niño que fui, pero que como niño interior que me habita, a cada paso la maravilla existe y va dejando su estela de luz y de regocijo. También de sacrificio, de trabajo y de combate.

Escuchando las historias de los viejos en mi pueblo natal me nació el amor por la palabra, y me fascinaba la sensación que aquellos viejos imprimían en sus palabras, sus entonaciones, sus acentos, la historia, el planteamiento, el problema y el desenlace.

Siempre preferí quedarme en el salón de clases leyendo a la hora del recreo. Siempre preferí los libros a los juguetes o a los paseos. Siempre opté por el trabajo duro en el campo y las tardes de lectura; volver del kínder y desgranar maíz con mi abuelo, aún recuerdo sus manos morenas y surcadas de arrugas, de huellas imborrables de trabajo y amor a la tierra, y escuchar sus historias. Su olor siempre estará conmigo: una mezcla de madera, tabaco y mango piña.

Veo hacia mi infancia y siempre hallo libros en cada episodio de mi vida y lo que quería ser y hacer en cada uno de ellos.

Pero algo me ha quedado muy claro al paso de los años: escribiendo me libero de mí mismo; con los guantes puestos vuelvo a ser ese niño que soñaba con el campeonato mundial; leyendo, puedo ser lo que quiera ser.

Así surgió “El librero: sugerencias literarias”.





Comentarios

  1. Saludos Mi Ney, los vientos nos llevan cuales libélulas montadas en sus hombros y llegamos justo donde es nuestro lugar en la vida. Gracias por compartir tus notas. Salud y saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por su lectura zenzei. Salud y buen arranque de año. Abrazo fuerte y sincero.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Soledades concurridas | Reseña de Karen Liliana Pérez | Novela de Ney Antonio Salinas.

La hija del sol

Fragmentaciones