Ocho relatos de boxeo

 El librero: sugerencias literarias

Por Ney Antonio Salinas

 

Título: Ocho relatos de boxeo

Autora: Alexander Drake

 

Ha llegado a mi biblioteca personal este libro que me emociona a un peligroso nivel de adrenalina y nostalgia incurables. Adrenalina, porque el boxeo es para mí un tema capital que no debe faltar en mi círculo cercano de contertulios. Nostalgia, porque en mis años de niñez soñé ser un campeón mundial que diera leyenda, épica y honor a mi país, al deporte, como lo han hecho tantos campeones mexicanos, indiscutibles, admirados y memorables. “Ocho relatos de boxeo” está escrito con una pluma ágil y clara, luminosa y técnica que mantiene al lector alerta y en guardia todo el tiempo. Cada historia tiene algo de cinematográfico; ambientadas en Estados Unidos y en la España de la Guerra Civil, mantienen una vena comunicante con el crimen, la novela negra, el mundo del hampa, el cine noir, la narrativa del boxeo que se transmite por televisión. Alexander Drake es el pseudónimo de un escritor natural de la región de San Sebastián, España, quien no precisa presentarse (si así lo desea) al gran público lector de su obra, ya que su misma obra habla muy bien de él; es decir, su obra camina sola porque su gran calidad literaria se lo permite. Escribir y leer sobre el boxeo exige la misma adrenalina que el púgil, y el autor logra trasladarnos de manera vívida al ring, el escenario donde se sube con la fuerza, la técnica, el valor, teniendo bien puesto lo que hay que tener bien puesto para enfrentar a un adversario que sube en igualdad de condiciones, a sabiendas de lo que allí puede ocurrir. El tema del boxeo es uno de los grandes temas de la literatura, que ha fascinado a muchos escritores (aunque no todos hayan escrito del tema) y que en este libro se hace un homenaje al deporte por medio de la literatura que se ejerce arriba y abajo del ring; con su total trasfondo de gloria, de olvido, de frustración, de dolor, de dinero y de ruina. Drake escribe: “sonó la campana, los púgiles salieron al centro del cuadrilátero”; justo como lo hace la obra y el lector. El único reclamo que tengo que hacer al autor, es que no deseas que el libro termine, porque en verdad estas ahí leyendo, con los guantes puestos y esperando a que suene la campana.



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