La música del azar

 El librero: sugerencias literarias

Por Ney Antonio Salinas

 

Título: La música del azar

Autor: Paul Auster

 

Si salvas a un hombre de una situación difícil, te ganas el derecho a saber cómo llegó a ella, sentencia Auster, y parece compactar en toneladas por metro cúbico en una frase la novela “La música del azar”, obra de 264 páginas con la que cierra un gran ciclo narrativo dentro de su literatura personal, que equivale a decir, el cierre de un gran capítulo en la literatura estadunidense. Paul Auster siempre me deja en estado de contemplación, de pausa, de tiempo detenido por un golpe brutal de genialidad en su buen manejo del lenguaje, pero inevitablemente de melancolía; se ha convertido en uno de mis autores de cabecera. La novela se hermana con la vida, con sus cotidianidades y misterios, pero sobre todo al azar con que los humanos parecemos caminar y adentrarnos a nuestro tiempo, que a grandes rasgos parece incierto ante la finitud de la vida, ante las decisiones que tomaremos en los diferentes cruces de caminos. Un hombre (Jim Nashe) hereda una fuerte suma de dinero y renuncia a su trabajo de bombero y decide echarse al camino en un Saab rojo; así recorre Estados Unidos y al mismo tiempo huye de sí mismo. Al borde de volver al punto de inicio, con sus reservas de dinero seriamente mermadas, su camino se cruza con Jack Pozzi y deciden jugarse el todo por el todo en una súper partida de póquer. Esa decisión los acercará a un cruce de caminos tan fatal como inesperado, cómico a ratos, ridículo en otros, pero Auster va ganando aliento para develarnos una faceta más de la oscuridad como telón de fondo de la sociedad norteamericana. El final es totalmente inesperado, totalmente melancólico sin dejar de lado la tragedia y el dolor que supone una vida basada en el azar como destino. La pluma de Auster cautiva, acompaña al lector hasta en el mínimo detalle y podría asegurar que además del amor a la palabra, el autor profesa cierta dulzura, cierta empatía con la que construye sus personajes y escenarios, pero eso es lo sobrecogedor cuando acudimos al desenlace de “La música del azar”, porque entendemos que durante todas esas páginas nos ha acompañado un gigante y apenas hemos visto su sombra descomunal, y de soslayo vemos/sentimos la oscuridad de los abismos que nos son develados como una luz intensa que se acerca violentamente hacia el lector que descubre el dolor y el espanto a grandes velocidades.



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