Las municiones literarias

Las municiones literarias

Ney Antonio Salinas

 

Al oficio de escritor yo lo encuentro equivalente al oficio de militar; aunque en un primer vistazo parecieran profesiones distintas, incluso contrarias, tienen el común denominador de la disciplina. Ninguna de las dos puede entenderse sin la disciplina con la que se trabaja en cada una de ellas. En cuanto al oficio literario es imprescindible considerar los materiales y espacios de trabajo, y hablo desde mi experiencia personal, y sostengo que disponer de estas herramientas resulta vital.

Un ejemplo sencillo; alguna vez, un colega escritor se presentó ante un conjunto de personas a las que debía darles una plática y para tomar nota de los nombres de todos ellos, debía contar con papel y una pluma. A duras penas encontró una hoja en blanco entre sus papeles de su mochila, porque el formato para ello lo había perdido; pero por ningún lado apareció la pluma; un modesto lapicero, un carcomido lápiz, nada. Y el más avispado/malintencionado de ellos le cuestionó, ¿cómo?, ¿escritor?, ¿y no carga ni un chingado lapicero?

            En mi caso carezco de una rutina específica de trabajo. Viajo mucho; normalmente a lugares distantes donde no hay oportunidad de poder conectar una computadora, o que es mejor no llevarla por la lluvia, o por cualquier accidente que pudiera poner fin a las historias que la memoria de esa computadora contenga. Para poder desarrollar pues el oficio es necesario contar con los elementos mínimos.

Y cuando tengo la oportunidad de trabajar en mi estudio, en la comodidad de mi escritorio, sentado en una cómoda silla giratoria, frente a una computadora, o en total disposición de mis apuntes y papeles varios, debo aprovecharlo al máximo. Resulta un verdadero privilegio. Normalmente a altas horas de la noche, escuchando jazz, tomando agua, té o café (hay una innegable adicción a la cafeína). Mi tiempo, sonorizado por el silencio y con la velocidad que impone la tranquilidad que el espacio brinda. Es entonces, la situación ideal para que yo pueda realmente escribir.

Pero la vida real no plantea nunca o casi nunca las situaciones ideales. No siempre fue así, lo del estudio y la silla giratoria. Pero en todo espacio, y con la disponibilidad de materiales que fueran, así los más modestos, con tiempos cortos y apresurados, a contracorriente, en los sitios más solitarios, tristes, incómodos, oscuros o peligrosos, escribir para mí ha sido de las actividades que más disfruto, en la misma intensidad que la lectura.

Es por ello que dispongo así mis herramientas de trabajo literario, mis municiones:

 

Cuadernos:

En mi mochila siempre habrá tres tipos de cuadernos. Cada uno para un fin.

a)      Libreta tamaño profesional: en este cuaderno normalmente tengo en proceso de creación una historia de largo aliento; puede ser una novela o una serie de narraciones pensadas para su edición atemporal. Acumulación de datos de viaje. Pero principalmente un cuaderno pensado para poder escribir en una mesa. Para escribir en una mesa de hotel, posada, casa ejidal. Implica de cierta manera un grado aceptable de comodidad para poder escribir sin limitaciones de espacio hablando del área de la hoja; la narración dura, las notas al pie, los comentarios y correcciones, etc.

b)      Libreta mediana o de tamaño francés: en este cuaderno concentro los datos de viaje, datos técnicos del camino, quizá anotaciones que aspiran a diario o a bitácora de viajero/sobreviviente. Planos, mapas, dibujos de referencia, anotaciones rápidas. Direcciones, nombres, lugares. Muy útil para los espacios incómodos y los tiempos reducidos. Muy útil para ir escribiendo en el camino, en el autobús, sentado en un parque o en plena montaña, historias cortas, cuentos o poemas, o ideas que luego serán desarrolladas. Es en pocas palabras un cuaderno de combate. Los uso en pasta dura plastificada, porque exigirá una manipulación rápida, quizá ruda en el camino.

c)      Libreta chica o de 1/8 pasta dura: en este cuaderno de alta manejabilidad, que incluso cabe en el bolsillo del pantalón o de la chamarra, concentro datos, anotaciones rápidas, poemas, ideas, nombres, direcciones, observaciones directas en campo, horarios, citas, prácticamente todo. Un cuaderno de bolsillo que sirve en las situaciones más incómodas, en las que se exige velocidad de redacción, poco tiempo y nula comodidad. Muy útil para ir viajando, caminando directamente en el terreno de los hechos. Es el equivalente de la libreta de taquigrafía para un periodista.

Plumas:

            En mi caso soy adicto a las plumas fuente. Éste es el único tipo de plumas que no cargo en mi mochila de municiones, ya que al ser muy valoradas, así sean sencillas, prefiero usarlas únicamente en mi estudio, ajenas a los accidentes que plantea un mundo que va demasiado a prisa. Son mis armas de combate favoritas.

            Para escribir en la libreta profesional u hojas blancas, ya sea que se trate de redactar documentos del trabajo, minutas o memorias, la letra debe ser entendible y editable, por lo que para este fin, siempre va conmigo una Rollerball Parker Vector Estándar, punto mediano, de metal y resina de alta calidad, en color negro y su característico sujetador en forma de flecha color plata, sencillo, elegante y asequible.

            Para el caso de la escritura rápida uso los bolígrafos de marca Pentel Energel BLN15 (A, B, C), en color azul, negro y rojo, punto fino, que permite la letra pequeña a mediana y hacer anotaciones entre las líneas ya escritas. El talento de la manufactura, diseño e industria japonesa hecha pluma. Y las uso en todos los cuadernos que van conmigo en el viaje. Son muy manejables y altamente recomendables. Su tinta parece ser infinita. Uno de estos lapiceros usados diariamente puede durar más allá de un año, en comparación a un BIC que puede acabarse fácilmente en quince días de uso diario.

            Finalmente, en el bolsillo delantero de mi camisa o del pantalón, traigo siempre uno o dos bolígrafos BIC. Los peones del tablero, los kamikazes heroicos, los héroes literarios olvidados. Esto porque nunca falta alguien que te pide prestada una pluma y normalmente esa pluma prestada jamás regresa. O se trata de firmar oficios, documentos, listas de asistencia, y nunca falta quien no ha llevado una pluma y te pide prestada una. Allí aparecen las valientes BIC. Así, no pierdes una pieza fundamental de la armadura, no dejas ir una pieza entrañable en la maquinaria donde se le requiere.

Lecturas:


En mi mochila siempre habrán tres tipos de libros: una novela, un libro de cuentos y un poemario. Cada libro para distinto tiempo disponible y espacio. Un texto de lectura rápida exige distinto tiempo que un capítulo de una novela para el que se debe disponer de otras cosas además de tiempo.

Miscelánea:

Una grapadora, grapas, hojas blancas, clips y carpetas. Pastillas de menta. Pasta de dientes y cepillo. Una sudadera. Cargador de celular. Medio kilo de café tostado y molido, calidad europea, porque nunca se sabe cuándo puedan ofrecerme un soluble; y las necesidades de cafeína son apremiantes, ilógicas e inenarrables.

 

Estos son los insumos mínimos necesarios que van siempre en mi mochila. Sin ellos no podría librar esta guerra interior, esta necesidad apremiante de tomar una hoja en blanco y escribir. Mis municiones de guerra.



Comentarios

  1. FELICIDADES en hora BUENA por esta gran experiencia

    ResponderEliminar
  2. FELICIDADES por esta gran experiencia

    ResponderEliminar
  3. En efecto, en mochila siempre habrá una libreta, mi agenda (donde también escribo cualquier cosa) dos o tres libros y un chinguero de lápices y lapiceros, jeje.

    ResponderEliminar
  4. Felicidades y gracias Ney, porque siempre es un placer leerte!!!!!

    ResponderEliminar
  5. Felicitaciones amigo Ney. Gracias por compartir tus narraciones en las que nos das luces para quienes queremos andar el camino de las letras.

    ResponderEliminar
  6. Qué bárbaro, eres muy ordenado. Yo tengo un cuaderno/diario/borrador, donde apunto todo lo que cruza por mi cabeza. A veces lo olvido, lo dejo, no lo llevo, así que mi celular se convierte en un vertedero de historias deshiladas. Enhorabuena"

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Soledades concurridas | Reseña de Karen Liliana Pérez | Novela de Ney Antonio Salinas.

La hija del sol

Fragmentaciones